Desde sus inicios mas sencillos como wargame enriquecido, a sus formatos mas narrativos, jugar a rol es contar historias.
Y siempre que se cuentan historias se transmiten ideas. A veces con mayor intencionalidad que otras, la mayoría de las veces de una forma inocente o incluso inadvertida. Pero todos ponemos un poco de nosotros en cada partida que jugamos. Incluso cuando llevamos el villano mas despreciable lo hacemos de una forma concreta y diferenciada, puede que evitando ser ese villano en concreto que tanto nos asquea, o precisamente enfocándonos en las cosas que mas repugnancia nos causan para dejar claro que esas son ideas de villano y por lo tanto despreciables.
El rol es un medio para transmitir de una forma concreta y directa.
En este caso haciéndonos partícipes de la historia, metiéndonos en ella.
Por eso es tan difícil ser espectador de una partida, porque te estás perdiendo mas de la mitad de la magia del rol al no participar directamente. Puede considerarse el equivalente a ser el espectador de una serie o una obra de teatro... una mala, muy mala. Con un ritmo incomodo, que se corta cada dos por tres con las tiradas. Y del que pierdes parte del mensaje porque no eres parte de la historia. Los jugadores establecen una complicidad muy real en una partida, y eso incluye al Master (que casi siempre suele haber) no solo como un jugador mas, sino como un director que reconduce la historia en función del feedback que recibe de los jugadores. Verbal y no verbal. Por eso el online es tan diferente, y por eso ver no es ni parecido a jugar.
¿Puede ser interesante ser el espectador de una partida como si fuera una serie? por supuesto. Y mucho mejor si se cortan todos los silencios, las tiradas y se deja la partida como lo que es, una historia. Pero incluso en ese caso, al no ser una historia pensada para ser vista sino para ser vivida, estarás recibiendo un producto de baja calidad, muy inferior a cualquier serie o película, ya que esos son productos creados expresamente para ser consumidos.
Es como intentar aprender a cocinar viendo programas de cocina y sin practicar. Te quedas con la explicación, incluso disfrutas con el buen aspecto de los platos, pero ni punto de comparación con estar ahí y poder oler, tocar y saborear lo que se cocina.
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